lunes, 25 de julio de 2011

EL BICHO DE DIVAN







...la otra es la Rosa profunda...



“Recuerdo esto solamente;
el sobresalto de la rosa,
oráculo absoluto, el asfalto
levantándose contra la nada”
Milo de Angelis




Alguien que me honra visitando mi blog, me ha pedido que escribiese sobre una tipología muy particular: EL BICHO DEL DIVÁN.
Nunca escribí a pedido, sólo escribo sobre aquellos temas que marcan mis días, mis impresiones, mi profesión.
Personalmente no conozco al bicho de diván. No creo en esas clasificaciones. Todos podemos, en función de cada momento, necesitar alguna ayuda. Si alguien se convierte en bicho de diván,en el sentido que se eterniza en la consulta, lo más probable es que haya algo no bien encausado por el profesional a cargo.
De todas formas veamos: La palabra “bicho” significa animal pequeño, también puede estar asociado a “lo malo” y asimilarse a sabandija. Lo más probable es que toda la frase aluda a raro, extraño, difícil de entender por los demás y por si mismo, condenado a revisarse en un diván.
Entonces, un bicho de diván parece un bicho raro. ¿Puede ser un bicho raro alguien nacido bajo el signo del pez?
Dice Linda Goodman:
Si te aconteciera ver a un pez de cajero en un banco, o de presidente, incluso, te encontrarías frente a un ejemplar muy raro. Son muy pocos los que pueden aguantar verse confinados durante largo tiempo en un solo lugar. Tendrás mas suerte si los buscas en una sesión de espiritismo, o visitando una galería de arte, aunque también es posible en un convento o monasterio, lo mismo que si te vas a un concierto o acudes a ver el espectáculo. También podrías probar en una Sociedad de Escritores, darte una vueltita por un teatro, quizás entre bambalinas, cuando acaba la función. Cuanto más creativo y artístico, más ocioso y esotérico sea el ambiente, mas peces encontrarás.
Sea quien fuere el que dijo que no le interesaba ser millonario, sino vivir como si lo fuera, reflejaba con toda exactitud la filosofía del pez. En el corazón típico de Neptuno no hay cabida para la codicia; le caracteriza una falta de intensidad, casi una despreocupación sobre el mañana, acompañada de un conocimiento intuitivo del ayer y una placida tolerancia de hoy. Para los peces, sean reales o humanos, nunca es fácil luchar contra la corriente. Lo mas común y lo que exige menos esfuerzo, es seguirla dondequiera que les lleve. Pero nadar contra la corriente es el desafío que tiene que afrontar el pez, y la única manera que tiene de encontrar alguna vez paz y felicidad auténticas. Seguir el camino fácil es una trampa, un cebo apetecible que les seduce, pero que esconde el peligroso anzuelo: una vida desperdiciada.
Dan la impresión de que flotan en lugar de caminar, como si nadaran a través de la habitación o por la calle. Y a veces realmente es así.
Puede ser que adore el agua helada, que se tome diez tazas de te o de café por día, que se muera por las gaseosas o que suspire por algo mas fuerte. Son muy pocos los neptunianos que pueden tomar un cóctel en una fiesta, y quedarse ahí. Algunos hay, claro; pero son demasiados los que encuentran en el licor una seductora solución para sus problemas, algo que les arrulla gratamente con una falsa sensación de seguridad... pero es un arrullo peligroso. El pez nació con el deseo de ver el mundo a través de cristales de color rosado. Bien conoce él el lado malo de la humanidad, pero prefiere vivir en su propio mundo sereno y acuoso, donde todo es hermoso y todas las acciones nobles. Si la realidad le resulta demasiado terrible de afrontar, es frecuente que huya a refugiarse en rosadas ensoñaciones y ni la mas remota posibilidad de realizarse. Cuando la vida lo lanza a chapotear, con una verdadera panzada, en las aguas estancadas del fracaso y en vez de salir de un salto de ese peligroso fango, se inclina a esconderse tras las ilusiones que le impiden tomar decisiones prácticas.
Los dos peces que nadan en direcciones opuestas, indica que el neptuniano se encuentra desgarrado por la dualidad de sus deseos, pero no es así. Los dos peces en direcciones opuestas simbolizan la opción que se le ofrece al pez: la de nadar hacia arriba, o la de nadar hacia abajo, sin jamás alcanzar sus metas. Debe aprender que de alguna manera debe servir a la humanidad, y evitar las posesiones mundanas. Einstein, uno de los peces que remontaron la corriente, dio forma a todo un mundo nuevo del tiempo relativo. Siempre hay una elección posible, porque jamás falta algún talento excepcional, pero el pez –cuyos ojos ven claramente hacia ambos lados– a veces tiene dificultades para ver hacia adelante. Es habitual que se retraiga, ya sea a las alturas sublimes de una sacrificada vida profesional, o buscando refugio en estimulantes, emociones artificiales y falsa excitación.
El abatimiento, sin embargo, amenaza siempre con invadirles e inundarles de sueños extraños u horripilantes pesadillas que más de una vez son premonitorias.
Cuando hablan de un alma vieja, los astrólogos se refieren a una que ha pasado por muchas vidas y ha retenido la sabiduría de cada una de ellas. Muchas veces se refieren a algún pez, porque una vida en este signo puede tanto la más difícil de las obligaciones que pueda elegir un alma como una ocasión de alcanzar la realización perfecta. En tanto que el carnero representa el nacimiento, el pez representa la muerte y la eternidad. El pez es el duodécimo signo, compuesto de todo lo que ha sucedido antes, y su naturaleza es una mezcla de todos los otros signos, es decir, algo bastante difícil. No es signo cardinal ni fijo. El pez es mutable siempre y, en este aspecto, puro y no diluido. La única y peculiar cualidad que tiene origen en el interior de su propio signo es su extraño poder de salirse de sí mismo y ver el ayer, el hoy y el mañana como una unidad. Debe a otros signos su amor a la música y al arte, lo mismo que el extraordinario desarrollo de sus sentidos y su versatilidad, pero su profunda sabiduría y su compasión le pertenecen solamente a él, que los va entresacando del conocimiento combinado de todas las experiencias humanas. Ahora que entiendes todo esto, ¿sigues maravillándote de que tus amigos peces sean a veces un poquito enigmáticos, por no hablar de las ocasiones en que son simplemente más locos que una cabra?
El humor es una de sus armas secretas. Los peces esconden bajo una sonrisa crispada las lágrimas que no vierten. Son maestros de la sátira. A veces, su humor es cálido e inofensivo, otras es frío y despiadado, pero encubre siempre alguna otra emoción que quiere ocultar; rara vez es espontáneo. Las carcajadas del pez son una máscara, tras la cual se esconde perfectamente.
Su comprensión fluye de el, junto con cualquier ayuda practica que pueda ofrecer. Percibe todos los vicios y todas las virtudes.
Su primer instinto es ayudar. El pez se da cuenta muy pronto de cuan vulnerable es. El mundo aun no está afinado para la longitud de onda, es tan sensible de manera que a veces (no solo para evitar el ridículo, sino también para evitar que cada vez le saquen el último centavo) finge indiferencia.
De gloriosa imaginación, la maravilla de su humor travieso y el sentido neptuniano de la belleza pueden crear la mas delicada –y también la mas eternamente perdurable– obra de prosa o poesía. En realidad, sin sus esfuerzos artísticos y la belleza de sus sentimientos el mundo poco podría hacer; dejaría de girar. Encontrarás con frecuencia peces que han enterrado sus propios sueños para iluminar oscuros rincones de la vida de parientes y amigos, o para hacer don de lágrimas y risas al público, desde un escenario, al precio de los propios anhelos y necesidades. Pero Neptuno es un planeta engañoso, capaz de dar nacimiento a naturalezas que se retuercen y giran en dos direcciones a la vez, deformando la verdad; esta es la influencia que a menudo hace que el pez oculte sus verdaderas emociones.
Con él todo es ilusión, y a ellos mismos se les hace difícil establecer la diferencia. Su naturaleza íntima es tan insondable como los grandes océanos de Neptuno. El pez rebosa de un amor tierno e inagotable por todos los seres vivientes, cuando no se vuelve hacia adentro en forma de autocompasión y de amor de sí mismo.
Suspendido en algún punto entre las silenciosas aguas del mar por debajo y el vasto cielo tachonado de estrellas por encima, tocando apenas alguna vez la tierra por necesidad, vive su vida en una solitaria comprensión de la verdad, difícil de expresar en palabras. Los que quieran ser sus amigos, los que le amen, deben valerse de su imaginación para captar los extraños planos en que se mueven la mente y las emociones. El pez no puede respirar en el aire. Debe vivir en aguas verdes y frescas, a veces fangosas, siempre en movimiento.
Es mas fuerte de lo que cree y mas prudente de lo que sabe, pero Neptuno oculta ese secreto mientras él no lo descubre por sí mismo.

Todo lo dicho supone una contestación a algunas preguntas tácitas: ¿Existen los bichos de diván? ¿Puedo ser yo uno de ellos?
Contesto brevemente, no creo en dicha clasificación. Es cierto que hay gente que pasa más tiempo en relación terapéutica y eso se debe fundamentalmente a una recontratación con el terapeuta por aspectos que quiere revisar y que no incluyó en un primer contrato porque la persona no los veía como dilemáticos o bien los desconocía. De todas maneras quién puede permitírselo intelectual y económicamente es una experiencia muy transformadora.
En cuanto al pez, es tan bicho, como el carnero, la cabra, el cangrejo, el toro, y todos los demás aunque se disfracen de balanza, o de centauro. Todos somos bichos de diván.
Yo vivo la psicología como un absoluto. No es un conocimiento respecto de algo sino que ella misma es soporte de la posibilidad de conocimiento y de nuestro autoconocimiento.
El mayor secreto no es lo que le ocultamos al mundo, sino lo que nos ocultamos a nosotros mismos.
PS: Hay un grupo de teatro que se llama justamente Bicho de Diván ¿los conocés?

3 comentarios:

Negrolosz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
todas las cosas que vienen me recuerdan a ti dijo...

Bueno...ante todo muchas gracias por escribir sobre "el bicho de divan", pero me quede pensando en el pez con las opciones de nadar hacia arriba o nadar hacia abajo sin jamás alcanzar sus metas y en aquella persona que se eterniza en la consulta, para luego recordar un párrafo de la conclusión "El mayor secreto no es lo que le ocultamos al mundo, sino lo que nos ocultamos a nosotros mismos."

Todo esto, negación, oculta-miento, sumado a ese giro sin fin del pez, como se clasificaría?

Otra vez gracias por tu amabilidad.

Un placer leer cada nota.

Unknown dijo...

Gabriel rolon- palabras cruzadas parte "rodolfo" lo explica muy bien

Libros que inspiran este blog

  • Actos de significado. Jerome Bruner
  • Actos del lenguaje. Rafel Echeverría
  • Coaching. El arte de soplar brasas. Leonardo Wolk
  • Coaching. El arte de soplar las brasas en acción. Leonardo Wolk
  • Cultura escrita y oralidad. David R. Olson y otros (comp)
  • El buho de Minerva. Rafael Echeverría
  • El orden del discurso. Michel Foucault
  • El sí-mismo en proceso. Vittorio Guidano
  • El tao de la física. Fritjof Capra
  • El yo saturado. Kenneth J. Gergen
  • Estudios y diálogos sobre la identidad personal. Giampiero Arciero
  • Fuentes del Yo. Charles Taylor
  • Heidegger y la cuestión del Tiempo. Francoise Dastur
  • Hermenéutica del sujeto. Michel Foucault
  • Historia y Narratividad. Paul Ricoeur
  • La construcción social de la realidad. Berger y Luckmann
  • La educación puerta de la cultura. Jerome Bruner
  • La mente narrativa. Juan Balbi
  • la quinta disciplina en la práctica. Peter Senge y otros
  • La quinta disciplina. Peter Senge y otros
  • La terapia como construccion social. Seila McNamee y otro
  • Los anormales. Michel Foulcault
  • Narrativas contadas, Narraciones vividas. Ricardo Ramos
  • Ontología del lenguaje. Rafael Echeverría
  • Pasos para una ecología de la mente. Gregory Bateson
  • Por la senda del pensar ontológico. Rafael Echeverría
  • Realidad mental y Mundos posibles. Jerome Bruner
  • Realidades conversacionales. John Shotter
  • Signo: Humberto Eco
  • Soñar la realidad. Lynn Segal
  • Teoría de la comunicación humana. Watzlawick y otros
  • Wittgenstein: Mundo y Lenguaje. Prades Celma y otro