sábado, 3 de septiembre de 2011

LA TEORIA DEL JUEGO EN LA GUERRA DE LOS SEXOS

“El amor es la eterna historia del juguete que los hombres creen recibir y del tesoro que las mujeres creen dar.” Honoré de Balzac ¿Es posible pensar y en tal caso, sentir por fuera de los esquemas acordados y aprendidos? La respuesta que me surge es que sí, pero tal actividad puede llevar mucho esfuerzo y dedicación. Pero además esa primera pregunta remite a otra:- ¿se puede pensar “distinto” dentro de una sociedad que casi como constante constriñe a la masificación, a la respuesta fácil, al clichée? ¿Cuando comenzamos una relación con una persona determinada, además de la simpatía o la atracción que nos genera, tratamos de establecer un auténtico contacto? Es decir, tratamos de “ver” quién es “verdaderamente”. O por el contrario, sacamos conclusiones de apariencias, actuaciones, imposturas, etc. He conocido muy pocas personas que a la hora de una cita no hayan hecho previamente un cónclave con las/os amiga/os para las instrucciones de rigor. Luego, entre saludos, buenas ondas y recomendaciones parte al encuentro como quien va a dar un examen con las lecciones recién aprendidas. Lamentablemente de madres a hijas, de padres a hijos se han transmitido generalizaciones ideológicas sobre qué es un hombre y qué es una mujer y sus diferentes comportamientos. Está bueno, ver el encuentro como una gran aventura y también es lógico que uno quiera llevarse una guía para no perderse. Lástima que ese mapa es viejo y se encuentra ajado y lo peor es que no responde al territorio. En tal caso, sucede como con el lecho de Procusto, se recorta la realidad para que se ajuste al esquema. Los grupos de amigos y de amigas se han convertido en cofradías que lejos de ayudarnos a las buenas relaciones con el otro sexo, son encuentros que terminan complotando contra la pareja. Para la guerra de los sexos se requiere mucho más que dos contrincantes, aunque cada batalla se libre aparentemente sólo entre dos, siempre hay una ideología y una logística que la sostiene. Cada cual puede ver el tema como quiere, pero no nos engañemos: las amistades no suelen ser amigas de la pareja. En la mayoría de los casos en la actualidad, la pareja es apenas un afluente y no la corriente principal. Quizás estén en desacuerdo con mi escala, pero es que nada obliga a tener pareja. Ahora si se decide por ella, hay que saber que requiere muchísimos cuidados, sino se desluce y muere. También requiere algo de renunciación, algo tiene ceder del “Yo” para “el Nosotros”. Puedo entender los miedos a generar un “verdadero encuentro” con otro, porque puede transformarnos. Y particularmente cuando se trata de quien puede ser por un tiempo a determinar “nuestro testigo privilegiado”. Aquel/lla con la que hemos de comulgar se puede convertir en el espejo más feroz. La relación puede convertirse en una magnificación de nuestros aspectos más oscuros. Muchas veces, la pareja suele ser como una institución inquebrantable que nos devuelve nuestro capital más sus intereses. Ahora bien, si se decide por buscar una pareja, creo que lo mejor es abandonar todo antiguo mapa y dejarse llevar por el GPS intuitivo que todos llevamos dentro. El acercamiento es hacia una persona, no hacia un modelo. Lo intuitivo puede ser el comienzo, lo básico, lo más elemental del animal que somos puede detectar kinestésicamente que va con cada uno. Luego se irá subiendo en una gradación que convenientemente no debe dejar fuera lo razonable y “nuestra” escala de valores. Marqué especialmente la palabra “nuestra” pues se trata justamente de apelar a la persona que trata o ha tratado de revalorizar sus “propios” valores más allá del grupo social al que pertenece. Tomando una frase sería: Algo que tenga sentido para mí, algo por lo que valga la pena vivir o morir. Cuando se habla de una cuestión de piel respecto de una persona, se hace una referencia a una química íntima y no a un trato epidérmico, poco profundo respecto de las complejidades del otro. Al respecto, es notorio ver como en una relación de conocimiento generalmente un tema lleva al otro casi sin solución de continuidad, sin embargo es llamativo como a veces, a una segunda pregunta secuencial respecto de con quién está saliendo, de quién se está sintiendo enamorar no puede ser contestada. No se trata de comportarse inquisitivamente, pero tampoco a no hacer preguntas por miedo a las respuestas. Cuando digo que no hay que llevar mapas, me refiero a ninguno. Las revistas femeninas son un negocio, ahora venden con lo que páginas más atrás desmienten. Los test, los temas propuestos en forma general no representan a nadie, es un producto a vender, igual que la seducción de un perfume o un cosmético. Las generalidades no definen nada: Los hombres no son iguales, las mujeres tampoco. Muchas de esas pretendidas universalidades a fin de ser repetidas han causado mucho daño. Ej: Los hombres no lloran. El problema no es que ellos hayan sido educados y lleguen a cumplir dicho mandato, sino que las mujeres lo terminan creyendo y tergiversando por “los hombres no sienten”. Entonces los van tratando como paralíticos emocionales. Y primero como madres y luego como mujeres vamos construyendo la profecía auto-cumplida. Otra muestra de ese estilo es el refrán que dice que: “los hombres mienten amor por conseguir sexo y las mujeres mienten en el sexo para conseguir amor”. A ver, sonriamos un poco para distendernos porque suena seductora para creérsela y adoptarla. ¿Pero hoy qué realidad representa? Tanto las conductas que banalizan el sexo como la falta de amor y cuidado son cumplidas indistintamente. Ahora bien, si las personas no están obligadas a establecer relaciones afectivas, lo hacen por necesidad o placer, se supone que las reglas se deben parecer más al juego que a la imposición. Ver los roles femenino y masculino o sus variantes acordadas, es un juego que no tiene porqué desdecir la igualdad de los sexos que supimos conseguir. Es como cuando uno juega al ajedrez y determina que uno juega con piezas blancas y el otro con piezas negras. Se trata de acuerdos tácitos para acciones complementarias y posibles de ser coordinadas. De lo contrario, se termina en un caos, sin nadie que pueda hacerse responsable de algo en común. Los juegos se juegan para placer y beneficio de ambos. Si el juego pierde su balance es necesario volver a contratar. Caso contrario, la única variable que se sabe jugar del juego de los sexos, es el de la guerra de los sexos.

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Libros que inspiran este blog

  • Actos de significado. Jerome Bruner
  • Actos del lenguaje. Rafel Echeverría
  • Coaching. El arte de soplar brasas. Leonardo Wolk
  • Coaching. El arte de soplar las brasas en acción. Leonardo Wolk
  • Cultura escrita y oralidad. David R. Olson y otros (comp)
  • El buho de Minerva. Rafael Echeverría
  • El orden del discurso. Michel Foucault
  • El sí-mismo en proceso. Vittorio Guidano
  • El tao de la física. Fritjof Capra
  • El yo saturado. Kenneth J. Gergen
  • Estudios y diálogos sobre la identidad personal. Giampiero Arciero
  • Fuentes del Yo. Charles Taylor
  • Heidegger y la cuestión del Tiempo. Francoise Dastur
  • Hermenéutica del sujeto. Michel Foucault
  • Historia y Narratividad. Paul Ricoeur
  • La construcción social de la realidad. Berger y Luckmann
  • La educación puerta de la cultura. Jerome Bruner
  • La mente narrativa. Juan Balbi
  • la quinta disciplina en la práctica. Peter Senge y otros
  • La quinta disciplina. Peter Senge y otros
  • La terapia como construccion social. Seila McNamee y otro
  • Los anormales. Michel Foulcault
  • Narrativas contadas, Narraciones vividas. Ricardo Ramos
  • Ontología del lenguaje. Rafael Echeverría
  • Pasos para una ecología de la mente. Gregory Bateson
  • Por la senda del pensar ontológico. Rafael Echeverría
  • Realidad mental y Mundos posibles. Jerome Bruner
  • Realidades conversacionales. John Shotter
  • Signo: Humberto Eco
  • Soñar la realidad. Lynn Segal
  • Teoría de la comunicación humana. Watzlawick y otros
  • Wittgenstein: Mundo y Lenguaje. Prades Celma y otro