lunes, 10 de mayo de 2010

LOS FANTASMAS DEL VUELO IB 6843

La historia que voy a contar tiene varias aristas. Yo tomaré la personal, es decir, la del asombro ante las experiencias.
Siento imposible referir los hechos vividos, sin antes mencionar la sincronicidad de los mismos que es lo que los hace significativos.
Y dejo constancia que se trata del fenómeno al que se refería Jung como la relación de sentido existente en el tiempo entre personas y circunstancias pero que no puede ser explicado por la relación causa-efecto.
El día 8 de mayo de 2010 abordamos en Barajas-Madrid el vuelo IB 6843, muy cansados de un largo trajín de un vuelo anterior desde Venecia y de un desembarco temprano desde un crucero por el Egeo.
Al poco rato de embarcar, mi marido refiere que cree tiene algunas líneas de temperatura y toma un medicamento antitérmico.
Era ya la madrugada cuando se apagaron las luces tratando de facilitar el descanso de los pasajeros cuando por altavoz se pregunta si hay un médico abordo. Siento que en medio del letargo y sudoroso, mi marido se pone de pie y responde al llamado.
Entre dormida pienso que hay profesiones que dejan improntas en la identidad tan marcadas como el color de piel o el sexo.
En su ausencia vienen a mi mente los ya inumerables viajes transoceánicos que hemos realizado, no sólo por motivos turísticos, sino por haber vivido en España.
Hacía tiempo no volábamos por la compañía Iberia, sólo por motivo de pertenecer a otro de esos "pulles" de empresas bancarías y aéreas que se solidarizan por la lealtad de sus pasajeros frecuentes. De pronto tuve la sensación de haber vuelto el tiempo atrás y que las situaciones se repetían. Ese vuelo lo habíamos realizado innumerables veces. El puente Argentina-España no era sólo aéreo. Parte de nuestra vida está en un continente, parte quedo en otro. No me estoy refiriendo a los afectos que acababa de dejar en Madrid y en Huelva bajo la firme promesa de vernos pronto
Se trata de eso y de mucho más, se trata de códigos. Códigos inefables de entendimiento tácito.
Existe en los hechos que relato un nivel que puede ser explicado y también presiento otro nivel implicado con una dimensión no conocida pero fácil de sospechar.
Otra vez, sin buscarlo, mi marido volvía a responder como médico a una empresa española. Esta vez no se trataba de una empresa de salud, sino de aviación. No era un contrato de trabajo, se trataba de un gesto de humanidad, pero era innegable que lo que sucediera se lo debía trasmitir vía su comandante a una empresa española.
Nuevamente, como en otras miles de oportunidades -literal-, muchas vidas españolas estuvieron en sus manos. Mis sentimientos eran ambivalentes, estaba preocupada por su estado de salud y al mismo tiempo orgullosa por su respuesta de ayuda al otro en forma automática sin titubeos a pesar de su fiebre.
Apenas despierta por su movimiento al levantarse, tengo la primera percepción de que el tiempo es circular. No importaba si era en ese momento preciso o hace casi veinte años, la escena era en esencia era la misma.
Sus cuatro abuelos españoles de origen parecieron haberle dejado un legado, especialmente María su abuela paterna, a quién dedico su título post morten.
Lo cual y sin saberlo, claro, lo fue llevando por un entramado destino de labor médica aquí y allí.
Creando la danza de diosa Maya de ilusiones y fantasmas.

No obstante mis divagaciones de ensueño, el paciente era un hombre argentino, quien había viajado a España con tres de sus hijos a buscar mejor fortuna, al conseguir un contrato volvía a A buscar a su mujer y dos hijos más. Hasta aquí la historia tampoco tendría nada de particular, salvo que el paciente había sido empleado administrativo de la misma clínica que mi marido con la singularidad, además, de haber sido anestesiado por el ocasional médico que lo socorría.
Con esto quiero remarcar la excepcionalidad de la circunstancia, estamos hablando de una clínica de atención restringida a un colectivo como los empleados del Banco Provincia de Buenos Aires en relación a una población de 15 millones de habitantes.

Lo cierto es que el paciente estaba muy grave con imposibilidad de traslado siquiera a primera clase, motivo por el cual se acondicionaron los cuatro asientos del medio como cama ad hoc, presentaba disnea, hipotensión (60-40), pulso filiforme, aumento frecuencia cardíaca, sudoración profusa, pérdida de conocimiento por momentos, extrasístoles, hormigueo de los dedos por mala perfusión.
El espectro de posibles diagnósticos iba desde un reflejo vagal severo, una hemorragia digestiva (por antecedentes) a un infarto de miocardio o un trombo-embolismo pulmonar.
El comandante de la nave se informó de la gravedad de la situación y dijo que se haría lo más conveniente.
Sin embargo había que tener en cuenta que para poder aterrizar antes debían arrojarse al mar más de 60.000 litros de gasolina además de pedir autorización para bajar en el territorio que en ese momento estábamos atravesando. A la sazón se trataba de algún aeropuerto de Senegal, con suerte, quizás, su capital Dakar podría contar con un puerto apto.
Estaba claro que lo que se priorizaba es la vida humana. La deontología humana tiene sus propios fantasmas y esos son los conflictos de valores en las resoluciones lógico-prácticas cotidianas.
Aterrizar un airbus en un aeropuerto desconocido con una carga de más de trescientas personas no deja de ser un riesgo, quizás mayor.
Era la madrugada avanzada, ese vuelo no era esperado ¿qué personal de tierra podía asistir semejante aterrizaje?
Aún en el mejor de los casos de que las autoridades senegalesas admitieran el aterrizaje, y que éste se pudiera hacer sin riesgos mayores, el caos estaba asegurado.
Senegal es un país del Africa negra islamica ex-colonia francesa. No se me mal entienda, no estoy diciendo que Senegal sea un país hostil, bien puede ser un punto de destino turístico, y de hecho lo es. Si bien, desconozco por completo cuales pueden ser los acuerdos aeronaúticos internacionales, les puedo asegurar que después del 11S. y otras fechas más, la desconfianza en los aeropuertos, puertos y estaciones es algo que hoy se respira. Imaginar el ingreso de un avión con más de trescientos extranjeros inesperados puede -aún en situación de tránsito excepcional- generar cierta urticante prevención. Ignorar esto es un punto de vista ingenuo dado los tiempos que corren.
Además, luego quedarían las negociaciones por el combustible y el poder volver a aprovisionar la nave. Eso con suerte podía significar unas doce horas más con pasajeros que no pueden desembarcar.
La realidad de los hechos parecía confirmar el continuo espacio-tiempo, las preguntas eran: ¿Cuánto tiempo tenemos? ¿Podemos llegar a Las Palmas o a Río de Janeiro?
El comandante dijo:- "Este es el fantasma de los vuelos transoceánicos". Palabras que acuñé para el título de este artículo, dado que hubo muchas circunstancias que me hicieron sospechar que ese vuelo estaba habitado por fantasmas.
Se dieron un plazo de dos horas, eso permitía ver la evolución del paciente y a la par una decisión aún posible de aterrizaje forzoso.

Por suerte el paciente se fue estabilizando y sus cuidados pudieron ser compartidos con otra médica clínica hasta llegar a Buenos Aires. No sé si el paciente supo alguna vez de su gravedad, ni de la suerte que pudo haber corrido. Sólo cuando escuchó la palabra ambulancia dijo: no, por favor, mi mujer no me ve hace más de cuatro meses, no quiero que me vea llegar así.
El domingo 9 de mayo de 2010 en las primeras horas de la mañana aterriza en forma habitual el vuelo IB6843 en el aeropuerto Ministro Pistarini de Buenos Aires.
Dos hombres hacen fila en migraciones uno, el comandante del avión, en una fila para tripulación y extranjeros, el otro como argentino. Ambos se saludan y agradecen mutuamente, dos desconocidos que por una noche fueron compañeros en la aventura de conjurar el fantasma.

Yo solo fui una testigo somnolienta de lo sucedido, ello ayudó para que percibiera muchos más fantasmas, por suerte de los buenos.
Luego al llegar a casa miré la placa de plata que está frente a su escritorio. La inscripción está fechada el 7 de agosto de 1992, fecha de nuestro regreso al país y dice: "Al Dr. José Manuel Ducid con el mayor afecto y la esperanza del reencuentro, de tus compañeros y amigos de España".
Como se puede apreciar la trama de los destinos está inextricablemente unida, lo que no sabemos es de que manera se valen las circunstancias, las personas y los tiempos para que se produzca lo que Nietzsche llamaba el eterno retorno.





No hay comentarios:

Libros que inspiran este blog

  • Actos de significado. Jerome Bruner
  • Actos del lenguaje. Rafel Echeverría
  • Coaching. El arte de soplar brasas. Leonardo Wolk
  • Coaching. El arte de soplar las brasas en acción. Leonardo Wolk
  • Cultura escrita y oralidad. David R. Olson y otros (comp)
  • El buho de Minerva. Rafael Echeverría
  • El orden del discurso. Michel Foucault
  • El sí-mismo en proceso. Vittorio Guidano
  • El tao de la física. Fritjof Capra
  • El yo saturado. Kenneth J. Gergen
  • Estudios y diálogos sobre la identidad personal. Giampiero Arciero
  • Fuentes del Yo. Charles Taylor
  • Heidegger y la cuestión del Tiempo. Francoise Dastur
  • Hermenéutica del sujeto. Michel Foucault
  • Historia y Narratividad. Paul Ricoeur
  • La construcción social de la realidad. Berger y Luckmann
  • La educación puerta de la cultura. Jerome Bruner
  • La mente narrativa. Juan Balbi
  • la quinta disciplina en la práctica. Peter Senge y otros
  • La quinta disciplina. Peter Senge y otros
  • La terapia como construccion social. Seila McNamee y otro
  • Los anormales. Michel Foulcault
  • Narrativas contadas, Narraciones vividas. Ricardo Ramos
  • Ontología del lenguaje. Rafael Echeverría
  • Pasos para una ecología de la mente. Gregory Bateson
  • Por la senda del pensar ontológico. Rafael Echeverría
  • Realidad mental y Mundos posibles. Jerome Bruner
  • Realidades conversacionales. John Shotter
  • Signo: Humberto Eco
  • Soñar la realidad. Lynn Segal
  • Teoría de la comunicación humana. Watzlawick y otros
  • Wittgenstein: Mundo y Lenguaje. Prades Celma y otro