
No existe un tipo de entrevista inicial inamovible y concreta, sino que ha de presentarse en función de la propia dinámica del encuentro. Hablo de “la” entrevista inicial aunque depende del caso puede desarrollarse a lo largo de varios encuentros, dependiendo fundamentalmente de las respectivas presentaciones.
Esta supuesta laxitud, no implica que esta relación interpersonal carezca de un propósito y de una cierta estructura que nos permita el abordaje del consultante para poder ayudarlo con sus conflictos.
ANAMNESIS
1-La recepción recomendada
La conducta del terapeuta debe transparentar ciertas actitudes que fomenten la confianza de la persona, de modo que le permita al otro la autoexploración de sus experiencias y vivencias.
El ejercicio del rol profesional no debe ser obstáculo o barrera en la comunicación siendo muy conveniente la conducta auténtica del que recibe. Si el profesional no se encuentra centrado en sí mismo, podrá crear las condiciones adecuadas para aceptar el mundo del Otro tal y como lo vive la otra persona. Fomentar dicha atmósfera generará la apertura necesaria de la dimensión afectivo-emocional.
2-Hacer surgir la información
Se sabe que en una primera entrevista, tienen que surgir las reseñas primordiales como son los datos personales y biográficos.
Es bueno llevar una ficha impresa con los ítems fundamentales: nombre y apellido, edad, dirección, mail, teléfono, estudios, trabajo, derivación, notas, etc. Pero dependerá de las circunstancias particulares (angustia/disponibilidad, temor/relajación, confianza/desconfianza, seguridad/amenaza) para que se anoten los datos o se posterguen para más adelante, conformándome con lo mínimo y necesario para ese momento, dado que quizás sea más importante prestarle una mirada abierta y alentadora al consultante, mientras que para el terapeuta es una invitación a la observación total que completa su ficha psicológica.
a- Oído: La voz y el tono que nos dicen su estado de ánimo, su capacidad de persuasión, preocupación, cansancio, desinterés….
b- Olfato: Higiene, temor, tensión, aceptación o rechazo social.
c- Vista: Además de sus palabras, su cuerpo a través de la postura, los gestos, la configuración espacial nos está diciendo o gritando otras cosas.
d- Sensaciones propioceptivas: Tal como se indica, las sensaciones internas, viscerales que se despiertan son muy importantes a la hora de determinar no sólo lo que genera el consultante en su entorno sino también como indicativo de ciertas patologías: tales como aburrimiento, cansancio, confusión, enojo.
El historial educativo, social, etario, nos marca el nivel de comunicación adecuada para llegar a “esa” persona. El terapeuta debe ser experto en manejar un idioma profesional más dedicado a sus colegas y otros más coloquiales, existenciales o vulgares llegado el caso, para generar el contacto al que está habituado el paciente.
3-Proyecto de vida
La mayoría de los consultantes considerados adultos suelen abarcar las etapas de adolescencia, juventud, madurez, mucho más ocasionalmente tercera edad.
Saber que existe un proyecto de vida, aunque sea sólo un esbozo, puede ser muy indicativo muy alentador, pues habla de una tendencia actualizante que pugna por desarrollarse. Sin embargo, que no pueda manifestarlo en ese momento no significa su inexistencia, más bien un período de desorientación o quizás una distímia. Y sobre todo -en caso de tratar adolescentes- no olvidar que puede estar elaborando algunos de los duelos etários, como así también un signo propio de los tiempos que habitamos.
4-Demanda o Queja
Llamamos así al motivo por el cual la persona consulta, justamente aquello de lo cual se queja o aquello que supuestamente quiere conseguir.
A veces es claro, y la persona manifiesta exactamente lo que cree que no funciona; otras es más confuso, en esos casos podemos preguntar: ¿qué es lo que esperas obtener de este proceso terapéutico? Es bueno anotar la demanda, fundamentalmente por la posibilidad de realización o la búsqueda de un resultado mágico. Siempre es importante: reformular la demanda, en términos que le permitan asumir la responsabilidad sobre su vida.
De todas formas, cada tanto tiempo, una vez establecida la relación y con un conocimiento más profundo de la persona y del caso en sí. Volver a revisar el motivo aludido y su evolución en el tiempo. Generalmente cambia cuando la persona descubre aspectos antes desconocidos.
5-Responsabilidad
Si tuviera que elegir el punto más importante de la entrevista, indudablemente sería este. Desde mi punto de vista, que el/la consultante sepa desde el primer momento que el debe ser responsable no sólo de lo sucedido sino de lo que ha de suceder.
Lejos de la culpa, la respons(h)abilidad, no significa otra cosa que responder con habilidad a los requerimientos de la vida y particularmente hacerse cargo de las consecuencias que las decisiones acarrean.
6- Encuandre
Por último, hay que establecer las reglas a las cuales han de atenerse terapeuta y consultante durante esos encuentros: horarios, cambios de horario, faltas, formas de trabajo, honorarios, etc.