
Contaba Caroline Myss en su libro "Anatomía del espíritu"que cuando se produce una epidemia en una sociedad, seguramente vamos a encontrar una correlación de experiencia de grupo negativa.
Si las epidemias son un reflejo tanto de los problemas sociales y culturales de una tribu es en función de la unión que compartimos a través del primer chacra o chacra base.
Si todos somos uno, cuando una tribu se contagia del miedo, esa energía se propaga a sus hijos.
El ejemplo que cita es la epidemia de polio de los años ´30 y ´40 como corolario del desplome de la economía estadounidense en el año 1929 cuando comienza la Gran Depresión. En aquel entonces para explicar cómo se sentía la gente tanto periodistas como políticos hablaban de la paralización y se describían a sí mismos como si el desastre económico los hubiera dejado lisiados.
La epidemia de polio fue la representación simbólica del espíritu lisiado de la nación como comunidad, como tribu.
La idea estuvo tan marcada en el inconsciente colectivo que los votantes eligen a Franklin D. Roosevelt lisiado por la polomielitis y símbolo a la vez de debilidad física y de indómita resistencia.
Fue necesaria la Segunda Guerra Mundial para sanar el espíritu tribal con la sensación de heroísmo y unidad, restableciendo el orgullo y el honor.
Hoy, en función de la globalización el espíritu de la tribu se expande en el espacio y en tiempos casi instantáneos.
Si miramos la prensa o escuchamos a economistas, politólogos, comentaristas; todos coinciden en que la base de esta debacle económica además del bluff financiero se encuentra en la falta de confianza.
La pregunta de rigor es ¿cómo ha de repercutir este problema socio-económico en el ámbito de la salud de la población?
Alguien ha descripto el signo de los tiempos: la falta de confianza. Pero si es cierto que la biografía se convierte en biología,y esto significa que nosotros participamos de la creación de las enfermedades, este daño sobre la piel social tendrá su correlación con algún/os tipos de patología que quizás aún desconocemos.
Del mismo modo que la moral victoriana imprimió una patología tal como la histeria de conversión y este mundo orweliano de sociedades de control nos lleva a los ataques de pánico, deberíamos estar prevenidos de las futuras consecuencias de este nuevo caos financiero.
El rey Juan de Shakespeare le dice a Huberto:- Tras este muro de carne hay un alma que es su acreedora. La piel es considerada como un muro, una barrera, un límite entre nosotros y el mundo, pero esa piel con sus terminaciones nerviosas es más un puente que una barrera.
La falta de confianza es por sí misma una carencia del alma que seguramente tendrá su correspondencia simbólica en el cuerpo social.
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